lunes, 10 de junio de 2013

impulso y conciencia

'Los extremos ni son buenos ni se tocan tanto, pero eso sí, normalmente nos movemos de uno a otro porque lo realmente complicado es alcanzar el equilibrio. Cuando nos reconocemos en una actitud que queremos cambiar, o que creemos errónea, entonces pensamos en la contraria, en el pecado por exceso o por defecto. Pobre Siddartha, que se lo digan a él. Es lento el proceso, lento el camino en el que nos reconocemos y podemos no cambiar pero sí detectar esos roles, controlar los propios, detectar los ajenos, reaccionar a tiempo. Lo difícil para cambiar, claro está, estriba en el camino hecho, al que no podemos volver, porque desde ahí tenemos que reconocer lo que somos, lo que hemos hecho, y empezar en un punto y seguido, no se puede empezar de cero, en una hoja blanca y limpia. Pero en realidad, qué culpa tengo yo si sucede algo malo. Por qué esa manía de responsabilizarnos de todo, lo que hace que dejemos de actuar de forma natural, para pasar a hacerlo desde la culpa, siempre desde dos frentes, el impulso y la conciencia'.

sábado, 11 de mayo de 2013

Estrella Polar

Hay muchas cosas que merecen que yo dedique mi tiempo, mis días, mis palabras. Hay otras muchas que no merecen para nada que lo haga. Y es verdad que a veces no delimito bien el camino, que se interponen y se cruzan ambas, que confundo molinos con gigantes. O que yo quiero siempre, convertir molinos en gigantes, perseguir imposibles, descuidar mi huerto, colmar de regalos otros, cuando ni siquiera me lo han pedido. Mi buena estrella piensa que soy altruista, que regalo mi tiempo a los demás porque soy así de encantadora. Pobrecito mi querido bestia parda, cuánto debe de quererme. No sabe que me acerco a la ciénaga por voluntad propia, como un impulso que me llama desde dentro, porque desde pequeña siento que ése es mi lugar. Como si una parte de mí se resistiera desde lo más profundo a avanzar, a dejar atrás una condena que ya no existe, que ya no es tal, y debió haberse ido hace tanto que ni lo recuerdo, pero se me agarró por dentro como un parásito, y yo pensé, yo creí, que esa era mi identidad.
Echo de menos la claridad de cuando se tiene un espíruto transparente, joven, aún por llenar. Cuando puedes ver el mundo con más objetividad, antes de entrar en el mundo del viento donde te das cuenta de lo mal que hemos diseñado el mundo, lo difícil que nos hemos puesto una meta que debería ser tan básica y normal, como es la independencia, la utilidad, la autosuficiencia, la autorrealización. Mientras el pobre tercer mundo agoniza, nosotros estamos enfrascados en nuestros microproblemas. La situación del mundo es un reflejo de lo que somos nosotros. Dado que no sabemos cuidar de nosotros mismos, tampoco podemos ayudar, ni salvar, a los más débiles, los que están peor que nosotros. Y eso se traduce a cada situación social, de lo más básico a lo más complejo. Si partimos de esa base tal vez puedas entender por qué una se pierde en ese vendaval, por qué yo ya no sé cuál debe ser mi brújula. De pequeña sabía que quería ayudar, que quería que no hubiese hambre, que los animales no sufrieran, veía las cosas tan claras. Tenía tanta sensibilidad. Pero este mundo nos contamina, y tal vez tendríamos que hacer como Nietzsche e irnos a vivir a una montaña, solos, un tiempo, para recobrar toda esa lucidez que la mayoría hemos perdido. Somos incapaces de entendernos entre nosotros. No hay bases desde las que partamos todos, para mejorar, para avanzar.
Claro que hay cosas que nos apasionan, pero eso no es suficiente, no para mí. no como yo lo veo. Yo necesito sentir que hay algo, que hay un Sentido detrás. Que con mi vida contribuyo a que la tierra mejore, que sea más habitable. Y hemos construido un mundo en el que ser útil es el privilegio de unos pocos, donde tienes que pelear por las cosas más básicas.
Lo único que no se lleva el viento en mi vida, es el amor que proceso y que me procesan los demás. El sentido viene acompañado por la calidez de mis raíces. Raíces de las que no quiero depender, raíces a las que quiero ayudar. Mi corazón se colma y se ofrece con suma facilidad, y tengo un radar para las personas que tampoco saben cuidar, que se perdieron, pero ellos ni siquiera lo saben. Y tal vez yo deba tomarlo todo como viene, pensar que ese es mi papel, ayudar, porque de otro modo no (ha) lugar para ser siempre un imán. Estoy rodeada de luceros y lucecitas. Mi Ardid, mi abuela Remedios, se está haciendo cada día más pequeñita por fuera, pero me acompaña siempre por dentro, quiero aprender su idioma, aprender a tener su fuerza, dejarla salir de dentro de mí, porque sé que la llevo. Ella es mi raíz, y yo sólo tengo que escuchar con el corazón, con su querido corazón, que es fiel, servicial, el corazón de una leona que  cuida de sus crías. Fuerte, superviviente, poderosa, risueña, se ríe de sí misma. No sabe hasta qué punto la llevo conmigo. No sabe hasta qué punto siento no estar a la altura, perdida en este pantano, y viendola desde abajo, como una estrella polar.



Bucear en las Aguas

A veces es sólo cuestión de un momento, sólo cuestión de un segundo, pasar de la tormenta a la calma. Puedes habitar en el bosque inhóspito de aullidos y de repente, encontrarte en el jardín de las hadas. Y eres capaz de llegar sin apenas abrir los ojos, como si tus retinas se  supieran el camino y te llevasen de un salto, sin que tengas que pensar. Y vuelve la calma, el lago de Sanabria, las playas de Formentera. Quedan atrás las casas en ruinas rodeadas de grúas, donde aún puedes contemplar trozos de una vida que se fue, parte de una cocina, los juguetes rotos de los niños. Siempre te paras en mitad de la calle cuando ves una casa derruida, una vida rota. Las ruinas tienen su encanto, pero no podemos quedarnos en ellas, porque te consumen y acabas viendo el mundo del revés, y no se puede ordenar el caos desde las alturas de una grúa.
Mirar las ruinas no es una condena, ni tampoco una culpa. Es algo que se puede domesticar. Hasta se pueden mirar con cariño y nostalgia, porque es verdad que tienen un halo misteriosamente romántico, que nos engancha desde las entrañas cuando tenemos debilidad por la belleza cuando está triste.
La visión va cambiando ya, en el momento en que puedes pronunciar estas palabras, porque el lenguaje aleja, describe, objetiva. Y objetivando recobramos el acierto. Quien nombra, llama. Y es cuando debemos aprovechar la oportunidad que nos brinda nuestro propio entendimiento, el que a veces se cuela por un agujero y hace que podamos vernos a nosotros mismos como desde una isla, aislados, fuera de la influencia ajena, externa y necesaria, cuando nos quedamos a solas y encontramos la clave perdida que llevábamos buscando dentro, y fuera, de nosotros.
Cada uno sabe su trayectoria, cómo ha sido su vida, en qué punto se encuentra, si coincide el ideal que se tiene de uno mismo, con lo que en realidad se es. Si nos ayudamos, o somos nuestros peores jueces. Si no nos equivocamos, o si nos perdonamos cuando lo hacemos, si somos capaces de darnos una nueva oportunidad cada día, y el peso que tiene el pasado en nuestro presente. La prioridad que le damos a las cosas que sabemos en nuestro fuero interno que son lo más importante, o si dejamos que sean otras cosas las que invadan nuestro tiempo. Si estamos ardiendo a un clavo, o por el contrario nos amarramos a una solidez difícil, dura pero necesaria. La solidez de no dejarse arrastrar por la corriente, de conseguir mantener el equilibro aunque la corriente apriete, tener clara y aprendida de una forma artificial, esa forma de mirar, de sacar fuerzas fruto de una fe, de un amor que rodea cada paso, cada movimiento cuando te lo recuerdas cada día al despertar, después de la tormenta en la que no sabes lidiar con las olas, que siempre parece nueva y distinta, y te recreas en ella esperando que se calme, preguntándote por qué no lo hace, por qué los demás no son como esperas, por qué hay tantas cosas que no entiendes. Pero una vez que te adentras en ella, más allá de la superficie donde te quejas, empiezas a colarte bajo las olas, evitando que choquen contigo, junto a los arrecifes coralinos y las estrellas de mar.  Y recuerdas que tú puedes quedarte fuera de la tormenta, coger un paraguas, o bucear en las aguas.
Todos llevamos dentro la belleza y el horror, la fuerza y el miedo, los arrecifes y las ruinas. En cada uno cobran una forma, tienen un nombre. Lo que nos diferencia es nuestra manera de relacionarnos con cada una de esas partes, el control y el despliegue. Y sabemos lo que hemos aprendido, las ventajas que tenemos, y las que aún nos quedan por saber, para ir agudizando nuestra mirada, ir esculpiéndonos cada día, aunque cueste y sea arduo, y adelantar el camino hacia el paraíso artificial.

martes, 7 de mayo de 2013

Camina Conmigo

Si quieres, puedes caminar conmigo,  te invito a dar un paseo fugaz, de las nubes violetas hasta las estrellas, cuando se van. Desde el comienzo del día, justo antes del amanecer, cuando Beethoven huía de casa y se tumbaba boca arriba en el bosque, junto al arrullo del río, a mirar el manto estrellado en verano. Donde nació el himno de la alegría. Cerraba los ojos y aún podía escuchar el canto de la noche, de aquellas noches, cuando ya no podía oír a nadie.
Desde que llegamos hasta el momento en que nos paramos acontemplar el metatiempo, el metalenguaje, la geopoesía que te perdiste cuando tú tampoco escuchabas.
¿Que no te acuerdas? Claro que sí, sólo tienes que cerrar los ojos, como hacía él. Antes de que la tierra fuese tierra, y el agua fuese mar. Antes de que a nadie se le ocurriese llamar Precámbrico a la edad sin nombre, al principio, antes de los glaciares, las heladas y de las orogenias. Al principio de todo, ese que dicen que fue el verbo.

miércoles, 1 de mayo de 2013

Y que Schopenhauer diga lo que quiera

No se nace para estar quieto, ni para estar aburrido. No se nace para soñar delante de unos apuntes, o mientras pones copas en un bar. No hemos nacido para pedir paella para uno en Formentera, (dime que es domingo...), ni para ir a la ciudad de Sylvia. Yo no he nacido para mirar desde fuera, para saludar con educación, para callarme lo que me parece el mundo y lo que puedo conocer de él. Ni para ignorar el abismo que sé que existe aunque yo intente concentrarme entre climas cálidos y revoluciones industriales. Porque entonces me viene el océano profundo y oscuro, el ancho mar que encuentro desde la orilla, desde un avión, un barco, y desde tus ojos. Se nace para temblar, para tambalearse, como los arrecifes que se mueven al compás del agua, como el trance que lleva a cerrar los ojos en un segundo en el que nadie se da cuenta de la combustión que un día, de repente, explota. No hemos nacido para no querer gritar cuando nadie nos oye, para no explorar los propios límites. Para dejar de jugar, ni de llorar de risa hasta que el estómago duele. Para no correr tirando de una cinta de tela en el desierto hasta acabar mareado y exhausto. No se puede ser Eva cuando se ha nacido Lilith. Y que Schopenhauer diga lo que quiera.

martes, 30 de abril de 2013

Faro, cuánto llevo de ventajas

Si me imagino mi vida de aquí a un tiempo, cuando puede que algunas de las necesidades básicas estén cubiertas y sólo quede esperar unas vacaciones o una tarde libre para encontrar el paraíso, es posible que me siente en mi sillón favorito, puede que haga frío y llueva, como hoy. Tal vez recordaré a la Elia que hoy llega a casa calada y gris. Y puede que entonces tampoco haya conseguido entenderlo todo, atraparlo todo. Puede que entonces aún siga emocionándome con las mismas películas, llorando con las mismas escenas, recitando de memoria las mismas partes de los mismos libros, poniendo los mismos ejemplos, escuchando las mismas canciones, acordandome de las mismas melodías cuando miro los arrecifes coralinos bajo el agua. Puede que haya añadido muchos nuevos al repertorio. Y puede que entonces todo lo que ahora no entiendo haya cobrado sentido y piense que formaba parte de una etapa cerrada y necesaria. Quién sabe. Puede que hasta tenga un gato y me ría. Pero lo que quiero decirme, lo que quiero decirte, es otra cosa. Y no sé si voy a encontrar las palabras, porque cuando me pongo a pensarlo, se me agarra por dentro, se me forma un nudo, las letras se me amontonan, y veo borrosa la pantalla. El tiempo pasa, irrevocablemente, sin remedio. Ya me veo arruguitas rodeando mis ojos, y aún no me creo que a pesar de eso esté donde estoy.  Que en mi interior el tiempo sea el del universo, pero mi cuerpo forme parte del tiempo de la tierra. Pero a pesar de eso, de las prisas, y de los años, hay cosas que me niego a olvidar. No voy a olvidar que tengo una familia fuera de mi hogar, formada por personas que no tendrían por qué, pero siempre están. De quienes unas simples palabras tienen el mismo efecto que una chimenea en un día de invierno. Que son como un forro polar. Y mi cuento lleno de ventajas.

viernes, 26 de abril de 2013

Tierra donde se hunden mis raíces

Yo he salido de la tierra. Mis semillas están coladas, a oscuras y frescas, bajo una tierra fértil y llana, regada por el llanto del desconsuelo, de las vidas pasadas y pasajeras,  los Nadies son los que poblaron mis antiguas generaciones. De donde yo vengo no hay esperanza. Las ilusiones son vanas, el destino incierto. A mi alrededor encontré ojos insatisfechos, almas en pena. Más de la mitad de la raíz de la que provengo habita en esa tierra. La que más conozco. La otra mitad, es la que lucha desde dentro, la que me lleva al lugar que primero tuve que inventar en mi imaginación, a través de canciones y cuentos grabados en cintas que yo escuchaba a oscuras, de niña, en la cama. Así fue como descubrí que había algo más esperándome, palpitando desde mis entrañas. Me ha costado mucho desentrañar esa morada. Las raíces me empujan desde abajo, mis brazos y pies están sujetos, las raíces se han convertido en cuerdas que no me sueltan. Pero desde hace un tiempo, he aprendido el lenguaje del bosque, la piedad de los árboles. En cada pálpito, en cada ilusión, en cada libro, en cada pasión que deposito en esa semilla, está el lenguaje de esa tierra mojada que se va abriendo paso, se va apartando, y yo voy saliendo poco a poco, en un llanto feliz. En esa obra de teatro, observando esa otra mitad de mi semilla, hecha del entusiasmo por la vida, por el valor, el amor, el humor, y la sabiduría. Un brazo adelanta, el otro, sujeto, se antepone. No es fácil desatarse, no es fácil soltarse y arrancar una parte que es tuya, que te pertenece, aunque sea la que te impide convertirte en lo que tú serías, si no tuvieras memoria. Si no tuvieras miedo.





martes, 23 de abril de 2013

París era una fiesta



"Judit y Salomé son dos variedades que hallamos en el tipo de mujer más sorprendente, por ser el más contradictorio: la mujer de presa.
La planta de Salomé nace sólo en las cimas de la sociedad. Su educación, en un ambiente de prepotencia, ha borrado en su espíritu la línea dinámica que separa lo real de lo imaginario. Como para ella desear es lograr, han quedado atrofiadas en su alma todas aquellas operaciones que los demás solemos ejercitar para conseguir la realización de nuestros apetitos.
Las energías, de esta suerte vacantes, vinieron a verterse sobre la turbina del Deseo, convirtiendo a Salomé en una prodigiosa fábrica de anhelos, de imaginaciones, de fantasías. En la mujer esto es sobremanera insólito, pues suele encontrar lo deseable entre las cosas reales.
Salomé entrega su persona a un fantasma, a un ensueño de su propia elaboración. De esta suerte, su feminidad se escapa por una dimensión imaginaria. El caso se repite invariable: toda Salomé arrastra en medio de la opulencia una vida malhumorada, displicente, y macerada por la acritud. Echa de menos el soporte material sobre el que pueda descargar su creación fantasmagórica.
Un día de entre los días, por fin, cree Salomé haber hallado en tierra la incorporación de su fantasma. Sólo se parece a su ideal en que es distinto de los demás hombres. Las Salomés buscan siempre un varón tan distinto de los demás varones, que casi pertenece a un nuevo sexo desconocido.
Juan Bautista es un hombre de ideas, un homo religiosus. La tragedia se dispara, inevitablemente, como una reacción química de índole explosiva. Salomé ama a su fantasma, a él se ha entregado, no a Juan Bautista. Es éste meramente un instrumento para dar a aquél corporeidad.
La mujer normal, no se olvide, es lo contrario de la fiera, la cual se lanza sobre la presa. Ella es la presa que se lanza sobre la fiera. Ved por qué, como otras llevan un lirio entre las manos, ella lleva una cabeza segada entre sus largos dedos marmóreos. Rítmico el paso, ondulante el torso, corvino el rostro hebreo, avanza por la leyenda y se inclina su alma con un rapaz encorvamiento  de azor o de neblí. Este es el trágico flirt entre Salomé Princesa, y Juan Bautista intelectual". (José Ortega y Gasset, esquema de Salomé en El espectador).





domingo, 21 de abril de 2013

Mellon Collie


Y entonces será que algo hay esperando, guardado, para mí. Y cada oportunidad que pintan calva, que no puedo coger de los pelos, que se va lejos, tal vez un día volverá en forma de espiga, perejil,  salvia, romero y tomillo. Un Scarborough fair, para mí.

"Está todo tan sucio... Está tan sucio todo"

viernes, 19 de abril de 2013

Fiesta en la cocina

Un día creí que había perdido mi alma. Y lo que sucede es que, muchas veces, me desborda. Es como si tuviese vida propia. Me desobedece, se sale, se pierde. Y, cuando me reconoce, vuelve. Con la frente marchita, y una disculpa. Me cuesta cogerla de la mano, es de aire, y se me escurre entre los dedos. Y paso tanto frío en su ausencia, la he buscado tanto fuera. Pero de repente se acerca, sigilosa, sin que la vea. Acaricia mis manos, y me abraza por la espalda. Me susurra al oído que nunca quiso abandonarme,  que nunca quiso herirme. Que fue mi mano quien la desterró un día de su reinado, hace tanto que ni lo recuerda, y que ella aprendió a vagar. Me hace llorar, la echaba tanto de menos, porque fue así como yo comencé a sentir esta angustia, esta búsqueda incansable, esta sensación de pérdida. El mirar sin ver, el no reconocerla cuando ella quería quedarse conmigo. Pero cuando vuelve, hay fiesta en la cocina. Y hace que todo vuelva a brillar. Me río cuando voy por la calle, me hace reír y llorar, la gente se me queda mirando, seco las lágrimas, y me río más. Hay que tener el espíritu muy templado para afrontar semejante fuerza. Si por ella fuera, siempre estaría jugando. Me está enseñando a jugar...

Tendida en el suelo, me miro en tus ojos. 
Bruja volandera, tú me sobrevuelas. 

Estás aquí, Ana... no tienes miedo. 
Estamos todas, todas contigo. 
(Final de Caótica Ana)

Mi llave


 "Inocencia es el niño, y olvido, un nuevo comienzo, un juego, una rueda que se mueve por sí misma, un primer movimiento, un santo decir sí. Sí, hermanos míos, para el juego del crear se precisa un santo decir sí: el espíritu quiere ahora su voluntad, el retirado del mundo conquista ahora su mundo" (Así hablaba Zaratustra)

jueves, 18 de abril de 2013

Remember a Day



Y hete aquí, el día que suena la triste canción de violín. No es mala idea darse de bruces, que sea el propio destino el que te marque el camino. Teniendo las manos llenas. 

miércoles, 17 de abril de 2013

La Piedad inacabada


El espejo no siempre devuelve el reflejo que nos gustaría. Eso ocurre cuando durante la mayor parte del tiempo le damos la vuelta para que refleje el exterior, al mundo... a ti. Cuando, pasado un tiempo, volvemos a mirarnos, puede que la imagen sea confusa. Que te descubras en medio de mil caminos, y observes una trayectoria imprecisa de ensayos y errores. Los que miraste, los que hubieses querido transitar. Los caprichosos caminos, volubles, inciertos, dolorosos, pero bellos... Tus favoritos. Los que tú misma te marcaste desde un principio, en cambio, están limpios de huellas, no te ilusionan. Son plomizos, largos, fríos, grises, pero son los que todo el mundo te recomienda, porque tienen recompensa. Y de ahí viene tu lucha interna, el espejo que no entiende lo que muestra, y para ti es un enigma. El abismo cada día es más grande, te da más vértigo. El tiempo pasa y tú tienes que decidirte. Tienes que convencerte desde dentro de que las baldosas irán apareciendo, tienes que confiar en que te estás construyendo, en que vas a llegar al centro. Pero la verdad es que aún no eres Miguel Ángel, no ves una escultura en el mármol. Ves muchas, pero a veces el mármol es demasiado duro. O tu técnica imperfecta. Y siempre repites la Piedad inacabada. Mientras, la Pietà perfecta espera, paciente y silenciosa. Y por eso le das la vuelta al espejo. Mirarlo te desborda, te marea. Pero debes estudiarlo, cuidarlo, cada día. Leerlo, como un libro. "Los libros son como un hogar. En los libros podemos refugiar nuestros sueños, para que no se mueran de frío". Y Despedirte del resto de espejos. Llorar si es necesario por ese que hubieses querido que se quedase contigo. Y puede que así, descubramos un único camino. El nuestro. 


martes, 16 de abril de 2013

Maldito Occam

Y es que, normalmente, las cosas son lo que parecen. Y las explicaciones, cuanto más simples, mejores y más veraces. Cuando una pasa mucho tiempo buscando una verdad, en los mas recónditos rincones, en las orillas de los ríos y en las aceras, a veces olvida la explicación más sencilla, y así, lo más importante. Porque en las pistas se halla todo lo que necesitas saber. Tu intuición es el mejor arma que posees. Pero a veces es tan dura, nos muestra verdades tan lejanas a lo que nos gustaría que fuera... que nos volvemos metafísicos de conveniencia. Si al final no hay zanahoria, dejamos de confiar en la navaja propia, y seguimos a ciegas la navaja ajena, llenándonos de premisas que tienen sentido cuando caminan solas, pero ninguno si no transitan, no si laten muy dentro de una. Porque nadie mejor que tú lo sabe. Y por más que quisiera que fueran reales estos Sueños de una visionaria, que fuese verdad que la vida a veces sólo nos muestra una parte, pero que queda latente y escondida otra, (la que yo quisiera) al final, la ilusión por lo que no vemos, por lo que no Es, puede ser agonizante. La caída insuperable. Y nada vale tanto como esta vida que habita delante nuestra, como esta rosa con su olor a cuestas, que a veces no confía en su propio aroma, y en que puede llegar donde desea. Pero llega sin ser llamada. Sin tener que desplazarse.

lunes, 15 de abril de 2013

El Canto de la Noche











 "Mis días, que huelen a frescas montañas, me acompañan de ríos tranquilos en los que me baño.... Yo, toda yo, rodeada de latidos que me acechan"



Es de noche: a esta hora hablan más fuerte todos los manantiales. Y también mi alma es un manantial. Es de noche: sólo ahora se despiertan todas las canciones de los amantes. Y también mi alma es la canción de un amante.
Luz soy: ¡Ay, si fuera noche! Mas ésa es mi soledad, estar circundado de luz. ¡Ay, si yo fuese noche y oscuridad!  ¡Aun a vosotras os bendecería, pequeñas estrellas centelleantes, luciérnagas del cielo! Vuestros regalos de luz me darían la dicha. Pero yo vivo en mi propia luz, yo reabsorbo en mí las llamas que de mí brotan.
¡Oh, soledad de los generosos! ¡Oh, silencio de los que brillan!Muchos soles giran en los espacios vacíos. A todo lo que es oscuro le hablan con su luz, -para mí callan.
Es de noche: a esta hora brota de mí mi deseo, cual una fuente. – Hablar es lo que deseo. Es de noche: a esta hora hablan más fuerte todos los manantiales. Y también mi alma es una fuente saltarina. Es de noche: a esta hora despiertan las canciones de los amantes, y también mi alma es la canción de un amante.”
  Así habló Zarathustra

 Friedrich Nietzsche

sábado, 13 de abril de 2013

El día que Woody Allen vino a visitarme

Querido monstruo... de las cavernas:
Hoy no sé qué puedo contarte, qué querrías que te contase. Los días felices te dejan un sabor amargo cuando se pasan. Como cuando reúnes en un viejo baúl miles de tesoros antiguos, y los miras, y sonríes. Son cosas que incluso puede que hayas guardado ayer, o hace muy poco tiempo. Pero las miras con nostalgia, desde el mismo instante. Y sólo esperas no volver a olvidar la lección. No olvidar los momentos en que realmente te has sentido viva y feliz. No olvidar que es ahí donde debes quedarte, donde debes buscarte, explorarte, y seguir. Seguir siempre por ahí, no volver a perderte. Y claro que las viejas pautas siempre pugnan por salir, viejos hábitos que te comen las entrañas para causarte angustia, viejas voces que te dicen que ése no es tu sitio, y qué haces ahí... Pero no dejas que eso te atraviese, y pasa sin rozarte. Y sientes tanta magia al encontrarte en un camerino, mirándote en el espejo, repasando a Anna en tu cabeza, esa joven judía que eres tú durante veinte minutos. Y verte tan ausente. Y ni siquiera eres consciente. Y me siento tan arropada por mí mientras te miro, como si Woody Allen estuviera ahí conmigo, me entendiera perfectamente, y me dijera: ¡Pero ríete!. Como si pudiera hacer un guión con mi vida. Al precio de que nunca pase lo que me gustaría. Haces comedia en tu mente, a causa de la tragedia que sientes. Porque lo que no consigues hacer real, lo conviertes en literatura. De algo tiene que servirme esta nostalgia de tus ojos ausentes, de tus sentimientos en otra parte.
- Claro Woody, es que tú eres un genio. Ya lo has conseguido. Has hecho de tu enfermedad mental un arte. Pero yo luego tendré que enfrentarme a que desaparezca. Al escenario vacío, al silencio, a su ausencia. A la de todos. Y a eso que no quiero, que no me apetece, pero tengo que hacerlo. Y esa voz martillea mi cerebro. TENGO QUE HACERLO.
- Pero Elia, ¿y qué? haz lo mismo que yo, ¿a qué esperas? te lo dice un judío, que de esto entiendo. No se nace con estrella, ni estrellado. Construye tu propia estrella. Ya lo estás haciendo. Mira cómo brilla. ¿Y los regalos? ¿Qué me dices de los regalos? tu familia en primera fila, tus antiguos alumnos, que no tienen por qué, pero están ahí, tu nueva amiga, que de repente es tan importante, el narrador de Nuestro Pueblo, el arcángel Gabriel sin pronunciarse. Y aquí yo, hablando contigo en esa cabeza loca que tienes. ¿Y te quejas?
Y agacho la cabeza. Porque el cabrón siempre tiene razón, hasta en mi cabeza.

Querido bestia parda, ya te advertí que hoy tenía poco que contar...

sábado, 6 de abril de 2013

El Dios del Instante





Tengo una sensación extraña, de esas que te vienen de muy dentro, y lo invaden todo, que van desde la punta de tus dedos hasta el faro del fin del mundo. Como un kairós que te visita y decide quedarse. Cuando llega, sientes los detalles a tu al rededor, como si tus sentidos se agudizasen, y estuviesen hechos para recibir cada estímulo con un radar mágico, y sonríes, porque puedes oler el pan del bar, sentir la nube gris que hay fuera, el chasquido roto de la puerta cada vez que se abre, y que trae con ella el aire frío del exterior. Cada mantel se hace especial, porque sabes que se trata de un momento que no se repertirá nunca. Ése, no. Una tarde cualquiera, pero única, donde se mueve un viento helado en primavera, y has visto las hojas y semillas de los árboles perderse en el tejado y en las calles solitarias, como cuando eras pequeña y jugabas en el parque. Y puedes ver escuelas de tres metros de altura, ovaladas, que te transportan a la infancia. No a la tuya, no a un momento concreto. A la infancia. Supongo que es raro, porque sencillamente te sientes feliz. Porque eres consciente, en ese instante, de lo afortunada que eres de estar ahí, de poder sentir el rayo de luz que entra desde el cristal de la puerta, que te calienta y hace que puedas ver el tono exacto de los ojos con más claridad, de poder hablar con ese entusiasmo de las películas que tanto nos gustan. En este presente que pronto se desvanecerá, y cada uno tomará su rumbo. Y mientras hablas del compás de la vida, y saboreas un café, miras de verdad a los ojos de las personas que te te acompañan y te parecen tan bonitas. Y te gustaría quedarte siempre en ese instante. Pero en lugar de ponerte triste, saboreas la vida eterna de los momentos fugaces. Esa que tus ojos me cuentan, que formamos, desde tan cerca. Cuando las palabras se quedan cortas para describir la luz que de repente sientes tuya, te pertenece, precisamente porque no necesitas poseerla, y solo quieres ser partícipe.

Para atrapar ese instante efímero que puede significar la diferencia entre la mediocridad y la grandeza, entre la suerte o el infortunio, hay que agarrar a Kairós del pelo antes de que se escape. Para verlo cuando pasa, hay que mantener los ojos abiertos, la percepción alerta; hay que saber escoger una vida que tenga conciencia del valor del tiempo y de las mil y una maneras en que éste se pierde. Pero Kairós no tendría que llevarme a pensar en el tiempo perdido. Imagino un sitio al que van a parar esos hijos de Kairos que viven en cada uno de nosotros; esos instantes cuyas posibilidades no supimos leer.

Desde la otra orilla

Te saludo de semana en semana. Normalmente en sábado o domingo, que es cuando puedo despedirla, generalmente con una sonrisa, que al final nunca va tan mal. Siempre descubriendo libros nuevos, y, con suerte, se cuela algún concierto de jazz. Casualmente del profesor de música que era tu compañero en el instituto donde trabajaste. Siempre sonriente y siempre un crack. Es estupendo ver que a pesar de la porquería que nos mandan desde arriba, hay tantas personas capaces de levantar paraísos de belleza y alegría. Con un contrabajo y un piano que de repente se cuelan en un bar cercano, un jueves cualquiera. Donde te encuentras a media familia, entre amigos y desconocidos con los que tienes tanto de qué hablar. Y eso te ayuda a recordar que aunque no estés en la mejor ciudad del mundo, siempre puedes encontrar, si no tu lugar, al menos sí, tantos lugares comunes. Vivamos...

lunes, 18 de marzo de 2013

Así sabemos ser

Me dicen que me ría, que no me cuide, que no me aburra, que no me canse... Que me acerque, que no tema, y desafíe, desde la confianza en la vida, desde la gratitud al mundo, desde la tragicomedia cervantina, que me persigue, y me pide que no me resista, que no me rebele, que la acepte con los brazos abiertos. Pero es tan fácil decirlo, cuando me falta la mano amiga, la química invertida, cuando ataca el silencio, que es peor que las palabras. Yo, que paso el tiempo viendo Gigantes donde sólo hay Molinos, y mi propio Sancho se esconde, mi propio escudo se escapa, y mi Dulcineo camina por donde cruza errante la sombra de Caín. Y no me quedará otra, que seguir siendo un fueguito, figurante, fulgurante, un candil permanentemente encendido con la fuerza del aceite de Rocinante.

sábado, 9 de marzo de 2013

Un cuento lleno de Ventajas


"Querido monstruo...
de las cavernas:


Un libro me ha cogido, por fin. 

Ahora siento que le había querido siempre... 

pero que le había perdido".





Fuentes: caótica Ana, Pío Baroja, el balcón de mi casa


sábado, 2 de marzo de 2013

A veces el Tiempo me recuerda a mí


Hay días de invierno en que la primavera grita, lucha por salir. Los paseos por la calle se convierten en una masa de aire gélido que va haciendo de tus manos un témpano de hielo, aunque por dentro arda en llamas al cruzarse contigo.
Hay días en que el tiempo es como una pequeña tortuga cansada que se arrastra lentamente.  A veces pasaba desgarrando la vida, como un buitre en busca de presa.
La primavera, aunque no se le permite salir,  sigue viva todo el año, observando caer las hojas de los árboles a su alrededor, ansiosa de ser partícipe, presa de una vida mucho más sobria y lenta, en un devenir de letargo que formaba un nudo en su estómago, que está deseoso de convertirse en mariposas sobrevolando el prado. Había aprendido a esperar, a ser paciente, pero no podía evitar seguir viva, pues ella era lo que era, sin poder evitarlo: primavera.
A veces, el tiempo me recuerda a mí. 

(Fuentes: Antonia, -la película de Marleen Gorris

jueves, 28 de febrero de 2013

La madre de Bob Dylan

La belleza nunca debería estar triste.
Pero es como si la luna se hubiese olvidado de ella.
Caen lágrimas mientras alumbran las velas encendidas,
 y se acaban las copas de vino,
y todo el mundo está atento, nadie se da cuenta,
 y te sonríe a ti, que conviertes el dolor en caricias.
 A todos nos une lo mismo, tan juntos,
 y tan lejanos entre nosotros.
Venimos a rozar el cielo desde tu voz
desde nuestros sueños inconclusos y frustrados
desde la búsqueda a oscuras, en la incertidumbre.
y nos acercamos a ti, para sentirnos unidos,
cercanos, por una vez,
cuando podemos cogernos de la mano,
porque entendemos por fin, lo que decía la madre de Bob Dylan.

(Fuentes: concierto de Carlos Chaouen, el fragmento de la canción Seré: 
"...Menuda marea que tengo en la espalda.
Menuda cabeza, ¿Quién me la guarda?
Menuda insistencia que tengo en la espalda
Menuda cabeza, ¿quién me la guarda?
Menos mal que tengo la luna prisionera dentro de mi corazón, 
por si alguna vez me falta el fuego, encenderlo con su voz".

Y las palabras de la madre de Bob Dylan: Hay que ser amable con todo el mundo, porque todos estamos peleando con la vida.)

jueves, 21 de febrero de 2013

Para las buenas estrellas

Siempre hubo personas que hiceron de su vida una obra de arte.
No porque consigan triunfar a la primera de cambio, o porque tengan las soluciones a la vuelta de la esquina,  ni porque encuentren los resultados esperados en el momento en que los desean. No.
La vida por lo general se concibe como una lucha en la que sólo se gana venciendo a un adversario. Tal vez Heráclito tenía razón y lo que Pitágoras veía en la música no era armonía, y en realidad es una pugna de madera y cuerdas, una tensión constante.
Y es que nadie hace una lista al nacer de las cosas que quiere, de cómo desea que sea su vida cuando se haga mayor, y si la hacemos, tampoco ocurre así luego, por lo general.
Y a pesar de eso, siempre hubo quien se movió como pez en el agua en la adversidad, en el ir y venir, a contracorriente, como salmones que no se quejan, que no suspiran, y no se pelean con esas olas que dificultan su nado. Personas que convierten la pugna en armonía. En su vida y la de los que tienen cerca. Mientras los demás, señalamos la tensión, la violencia de los acontecimientos, aferrados a la frustración por un devenir que no hemos elegido.
Las buenas esntrellas, en cambio, aguantan, no decaen, no se quejan, son responsables, no víctimas, y aman, aman de verdad. Aman la vida, y todo lo que ella conlleva. Se ríen de las desgracias (cuando se puede) todo les parece cómico (mientras se puede) y cometen actos heróicos, artísticos, todos los días. Con sus hijos, con sus amigos, una vez que ya tienen tomadas las riendas de su vida por completo. Una vez que han corrido las carreras internas, personales, y pueden hacerse cargo de los que aún no hemos aprendido a nadar. Y nos dan cobijo, ánimos, paciencia, y toda la fuerza, todo el amor, toda la alegría, que en ellos rebosa, y a los demás les falta.
Va por ti, padre. Va por ti, pequeña Nedea. Y va por mí, que, a veces, me ayudo.

domingo, 10 de febrero de 2013

Mendigos por los Tejados

Esta noche podría escribir sobre el cielo que no es azul,
sobre el sol que no quema, que no brilla,
esta noche podría escribir sobre todos los sueños
a los que tengo que renunciar cada día,
sobre los juegos que se quedan guardados en una caja,
llenándose de polvo y soledad.

Esta noche, como Neruda, podría contarte
todas las ilusiones que llevo dentro,
siempre conmigo, que no encuentran su lugar.
Como confeti sin navidad, como una copa sin vino,
o una vela sin encender. Perfecta, entera,
y olvidada.

Esta noche eterna, de domingo de madrugada,
en la que el encanto se duerme en mi boca,
hubiese querido hacer florecer  una sonrisa,
hubiese querido convertir mi hábitat en primavera,
esquivar este frío helado al calor de un té de cardamomo,
olvidar que hubo un ayer, y que el presente se hubiese quedado conmigo.

Esta noche, que no está el hombre de la gabardina,
que el invierno se fue con sus cuerdas de vaho,
que desaparecieron los jardines en el mar,
y ni siquiera se quedaron los fantasmas que antes venían cada noche a visitarme,
y los extraños tesoros duermen arropados bajo el manto estrellado,
con Carlo y Rocamadour.

Puedo escribirte los versos más tristes esta noche,
ahora que te recuerdo sentado en mitad de las escaleras,
desde la mirilla desde la que observé por primera vez,
en la noche que bailé bajo la mirada de la catedral,
cuando me esperaban otros ojos, pero yo volaba lejos,
con otras alas,  porque ya te había elegido a ti.

Puedo dejar salir esta noche a los mendigos
que suspiran por los tejados,
deseosos de despertar su aliento.
Puedo susurrar los versos más tristes esta noche,
porque el encanto se duerme entre mis dedos,
que quisieran acariciarte con cada palabra que escribo.




jueves, 31 de enero de 2013

Una indígena fuera de la reserva

"Pues, sí... Doy un poco el cante. Me estoy riendo... ya sabes cómo".

Sigo sin saber si hago de mi vida un festival que muchas veces es aburrido, pero otras, la mayoría, simplemente no busca sentido y yo lo voy improvisando.
Antes me pesaba, el tiempo se arrastraba como una tortuga, me hacía cuestionarme a cada paso para qué y hacia dónde me estaba llevando.
Supongo que son voces familiares que me siguen acompañando, pero ahora por fin, disfruto el camino, me siento afortunada de poder estar aquí y ahora contigo, aunque dentro de una semana no sepa dónde voy a estar, ni si tú querrás que yo me quede.
Y yo tampoco lo sé.
A veces las vidas que se presentan a sí mismas, con confidencias compartidas a oscuras en una intimidad que no se corresponde con la real, que parecieran obligadas a vivir en la rapidez que marcan las circunstancias pero que no dejan que afecte, fuerce ni estropee lo que construyen.
Y ni yo misma me sé explicar lo que siento, y miro esta ciudad que se me abre desde tus ojos, tus desgastados ojos que conservan tanto brillo, que aún no he aprendido a descifrar, y sin embargo me río, porque todo es bonito y agradable. En este mes que siento cuánto necesito un cambio, y las posibilidades que se abren bajo mis pies.
Parece que la culpa ha abandonado mi camino, se queda sentada en un rincón, y me mira, pero no se atreve a acercarse, aun cuando yo tengo que llevar cuidado... y agarrarme de vez en cuando.

Fuentes: Caótica Ana, (en Barcelona)

sábado, 19 de enero de 2013

Sólo para tus ojos

Quiero hablarte de esta marisma que llevo dentro, con la que tantas veces no he sabido lidiar, y que otras me guía, cuando menos me lo espero.
El mundo, la vida, tú: demasiadas cosas fascinantes e indescifrables en mi camino, que me hacen entusiasmarme, impacientarme, e inquietarme.
El mundo me dice que lo explore, la vida me dice que me centre, que me adapte, y que te olvide. Y tus ojos me dicen que me quede, que te viva, que me pierda.
Mi escenario está lleno de voces, algunas propias, otras externas. Las mías sólo quieren que todo cobre sentido, que la vida me abra sus brazos, y me de el valor para saber armonizar el aire del que estoy hecha, con la tierra que se me abre. Que tú te quedes cerca, y me cojas la mano.
A las otras voces, no siempre las dejo que se acerquen. Porque mi maraña no encuentra sitio para ellas, tan ocupada castigándome por no haber aprendido a entenderla todavía.
Y entonces, llega el momento, sin darme cuenta. En que el tiempo se para, mis voces, y las otras, se acallan. Y vuelve el arrullo, la música, el viento. Mi corazón vuelve a latir tranquilo, mis manos se vuelven cálidas, y miro al horizonte, a mi vida, y a ti, con todo el brillo, la ilusión y la esencia. Que se deja. Que me alivia. Las voces se vuelven una caricia, y la marisma enredada, se peina.

Fuentes: Dios, Alma, y Mundo. 

viernes, 11 de enero de 2013

El huracán imaginario

Tras la borrasca que se lleva parte de lo que con tanto cariño he ido construyendo en mi interior, en la quinta montaña, vuelvo, y me sereno. Pues todo ha sido un sueño, todo sigue igual, y el dolor del agua, del huracán, sólo ha rozado mis entrañas, como un acto exterior que yo he dejado que me toque.
Como la reina en una tabla de ajedrez, que un día se siente peón, y decide voluntariamente dejar el lugar que es el suyo. Porque los caballos le hicieron pensar que nunca llegaría a ser lo que, por potestad, le corresponde, y las torres se colocaron delante, formando un muro infranqueable, para taparle el sol, y no dejarla pasar. Y la reina segue dolida, porque tiene un sentido de la justicia tan acusado, que sólo descansa tranquila cuando todo queda en tablas, o cuando gana sin hacer daño. Y es que, lo que no le deja dormir por las noches, es la sensación de haber vivido una jugada, una batalla, que había estado disfrazada de afecto, y había terminado en una abandono cruel y emponzoñado.
Después de haber cargado con su mochila, y con todas las que se le cruzan. Ella, que cuando no ocurre lo que espera, entonces se convierte en una sanadora de piezas, y, desde lejos, sólo quiere dejar una bonita huella, una caricia que calme una herida, cuando construir un camino, una partida, no es posible.
Y no se quiere volver a quejar, ni pensar más en esa tabla en la que se ha quedado sola, desde hace mucho tiempo, intentando asimilar, intentando que todo cobre sentido, un sentido que le calme, que la alivie, donde tú no estás, donde todo el mundo abandonó.
Y así, acariciar su propia herida, abandonar el lugar cómodo y triste del peón, abrir los puños, levantar los brazos, porque todo está bien, la reina vuelve, y el huracán ha sido sólo imaginario.


Fuentes: El dolor del agua, La quinta montaña, Valhalla, único testigo, mi sentido de la justicia, y la infancia.

miércoles, 9 de enero de 2013

Tacones lejanos

Ahora que siento que todo fue un sueño extraño, que nisiquiera llegó a ser pesadilla;
un mal recuerdo, que te encoge el corazón.
Como una esperanza que se disipó en el aire, que se deshizo sola, que llegó sin ser llamada, y se fue por voluntad propia.
Ahora que cuando miro atrás hay tantas cosas que me entristecen, las buenas y las malas, los actos de amor y los de la sangre.
Ahora que ando sola el camino, que me construyo metas que me saben a poco y además aún están muy lejos. Que quisiera que todo llegara pronto, y sé que tengo que disfrutar el camino. Sin aferrarme, sin abrazarte. Y sin compararme con nadie.
Que me pierdo, que me encuentro, que me caigo, y me levanto.
Que todo es tan difícil, y no puedo reprimir el lamento.
Y me contradigo, porque quiero vivir por dentro, pero luego me abandono a la primera mirada.
Y tú eres etéreo, desconfiado, distante, y yo no puedo, yo no sé, la eterna adolescente,
pero no me quedan fuerzas para seguir donde no me corresponde, ni para salir de esta maraña.

domingo, 6 de enero de 2013

Sense&Sensibility

Bajo el atardecer helado siempre se abrigaba, y salía a dar largos paseos, lentos y solitarios. Siempre se mantenía fuerte, sosegada. Sin grandes aspavientos, no era como su abuela, que, sola, sabía reírse de cualquier adversidad que a otro cabrearía. Ella admiraba a esa mujer, porque su habitáculo era apacible, y siempre tenía su propia mano amiga, extendida, esperándola al llegar a casa. Ella, insatisfecha con la vida que su marido le había obligado a vivir, se perdía entre los hijos, los nietos, y los libros. Con su pulso inestable, hacía dibujos que dejaban perpleja a su nieta.

jueves, 3 de enero de 2013

Ojos azules, pelo negro

Me encanta que las adolescentes me hagan reír cuando para mí está pasando algo trágico. Se ha convertido en algo que quiero conservar siempre. Antes que estaba tan preocupada por analizar correctamente cada acontecimiento de mi vida, darle el orden y significado exactos, comportarme de la mejor forma posible, y saber por qué los demás actúan de una forma y no de otra... Me encanta que eso se pase a través de tus ojos. Que todo quede en bromas y seguir caminando. Y eso que llevo a mi padre conmigo a cuestas, que me he criado con el humor personificado. Yo y mi manía de ser filósofa compleja.

y vuelvo a la ñoñería, porque Foucault no se centra y yo querría quedarme hablando contigo.

miércoles, 2 de enero de 2013

En su seno reinan todas las vidas

Es lo que siempre está en medio, como una ráfaga, algo que se siente cerca, que todos perciben, porque deja huella. En su seno reinan todas las vidas, porque fagocita todas las que encuentra. Y la tragedia es que nadie puede entrar en la suya, ni siquiera ella. Sólo, a veces, se deja salir, sin darse cuenta. No es una flor que muere como la juventud cae del tallo de la vida, pues crece en regiones estériles donde no corre el agua.
No crea vida, porque es vida. No alimenta, no construye, lo lleva todo dentro, y a todas partes, consigo. Celebra cada paso, se ilusiona en cada movimiento, como un fuego fatuo, rápido, que quisiera quedarse, y aún no ha descubierto la manera. Saborea, huele, pero no encuentra el modo de participar. Como si permanecer le fuese negado por la adversidad.
La danza que sueña la tortuga, un fuego lleno de vida, que se consume a sí mismo, y a todo lo demás, cuando está cerca, cuando se acerca demasiado, cuando va a hacerse real. Un enigma para sí misma.