lunes, 17 de agosto de 2015

Rota en pedazos de luz

Y hay tantas sombras de ti que no distingo, tanto colores que no puedo ver, que cuando me asomo desde fuera, alcanzo la penumbra, y es cuando me envuelve el hormigueo por los pies, la mirada que recorre y la garganta se me hincha de luz, de luz pajiza que no sabe a dónde dirigirse. Respiro porque en lugar de pensar siento, intentando comunicar en un estúpido teclado que creo que mi maraña ya no está de mi lado; el camino me pone gigantes que otras veces me parecen molinos, los valores se entrecruzan, se desafían y no quieren que decida; porque dejo el ámbar que me hiere y me aburre para entrar en el sepia de tu memoria y el bermellón de mis ganas, y es entonces cuando el paralelepípedo se desvanece y entro en una orgía de pliegues y relieves, que tú no has visto pero siento tan dentro que podría ser la montaña mágica, esa que es roja y en la que por fin he podido entrar sin miedo a perder mi identidad, y es que ya no importa convertirme en bruma que levita, sin necesitar los bordes picudos que entorpecen mi mirada. Y para qué defenderme de la niebla cuando puedo refrescarme en ella, apartar el azul oscuro casi negro y convertirlo en un manto que ya no me asusta ni me duele.

Verano Invencible

Fue fácil de repente para mí dejar que me asfixiara el cieno ajeno, fácil respirar aire puro en un lugar inexplorado, dejar de repente de sentir que el mundo era pequeño, finito, vacío, frustrante, y que yo formaba parte de  forma impepinable. Ver todas las posibilidades a mis pies, la inocencia que vuelve, que da saltos en el aire, se sienta y se vuelve a poner de pie, llorando de risa y verlo todo como desde fuera, relativizando, haciéndolo todo más sencillo para mí. Entendiendo cuánto tengo que entrenarme aún, para comprender que he de conseguir que en mí se quede este verano invencible, aun cuando fuera a veces todo pugne por darme frío y el invierno atroz amenace, pero disimule y no se haga responsable. Ya no quiero pensar más si es imaginario, justificado, inintencionado; solo quiero seguir mirando hacia ese mar que me acompaña, que me espera, al atardecer que me serena y perdonarme si alguna vez falto a mi promesa y vuelvo a sentirme vulnerable, a sentir que el invierno arrasa todo mi verano, a necesitar una chaqueta ajena para abrigar mi alma. Aprenderme de memoria todas y cada una de las cosas que tengo, que soy, enumerarlas mientras tiemble. Que ya aprendí a ser como el niño de Kim ki duk, a ponerme una piedra para enteder y pagar cómo sienten los otros; a entender, como Old Boy, que hay que seguir sin preguntarse, y, como Stoker, aceptar la propia rareza, la propia esencia. Porque Camus ya lo predijo, y hasta el cine está de mi lado.

martes, 4 de agosto de 2015

Jonás



A veces los demás se vuelven un desafío que nunca hubiera esperado. Que me oyen como un arrullo lejano, que me ven pero como a través de una pantalla. Y yo me pregunto cuál es el mecanismo que lleva a ese ensimismamiento, a ese complejo de Jonás y esa piedra-losa de Sísifo. No puedo evitar hermanarme con toda esa ciénaga, pero me protejo. No puedo quedarme cerca porque me destrozaría si estuviera tan pegada que pudiera sentir aún más la incapacidad para ver, para estar ahí de verdad. Yo también necesito seguir mi propia senda, porque en la tuya, o en medio de las dos, me hago daño. Y no voy a seguir pensando en las posibilidades, si podrías ser de otra manera, dejar de hablar del pasado como tu tesoro más preciado, si podrías tratarme como yo quisiera, si antes, con otros, has sido de otra forma, y estabas ahí de verdad. Voy a quedarme sólo con el amanecer, aunque eso suponga dejar  de lado una parte de mí, esa que puedo compartir con todos, menos contigo. Y es que a veces no sé si lidio con un monstruo, con un pobre ser, o con un genio frustrado; o todas esas cosas a la vez. 


Julio contaba que las emociones de los vivos llegan a los muertos como si fueran cartas, y que él había querido volver a la vida por la mucha pena que le daba la pena que su muerte nos había dado. Además, decía, estar muerto es una cosa que aburre. Julio decía que andaba con ganas de escribir algún cuento sobre eso.

domingo, 2 de agosto de 2015

Inocencia es el niño

Con este nudo sigo andando, miro hacia adelante y sonrío porque sé que puedo salir de las grietas, que tú me ayudas y me esperan detrás del muro todas las estrellas, todos los soles, las canciones, la voz que andaba retozando a solas y los momentos compartidos, todos los dibujos que estaban dormidos en mis dedos, volver a entrar en una piel distinta, y escuchar de nuevo y para siempre el canto de la noche, a la hora de los manantiales y de los amantes; la sensibilidad en mil formas de manifestarse; y no, ya no me doy la vuelta, ya no quiero mirar atrás, en el pasado que es la historia que nos contamos a nosotros mismos. Nunca fui camello, nunca fui león; lo que habita siempre en mí es el niño. Inocencia es el niño. La de jugar a guerra en la selva, gritando, aullando en la fría niebla.

sábado, 1 de agosto de 2015

A Oscuras


Estos dedos que hoy con el viento se deslizan, están creando nuevas formas, tan sólo imaginadas por mí antes, mucho antes, hace tanto que ya ni lo recuerdo; y me voy desempolvando, desenterrando poco a poco, es difícil, emotivo y doloroso; cambiar el lado en que te miro, hacerlo a solas, mirarme a mí, obligarme a hacerlo; me gusta pero no puedo evitar mirar de reojo, buscar al otro lado, dejar volar la imaginación a los lugares que siempre suele ir; el de la caricatura, la buena cara, la exigencia de ser perfecta, la condena autoimpuesta, y poco a poco me voy quitando las cadenas, creando y buceando en mis entrañas; redescubriendo lo que me mueve y permitiéndome hacerlo. Y no sé si estarás ahí para verlo. No sé ni tan siquiera si te importa. Pero me pierdo en la disciplina de este cambio, y no quiero, me obligo a no pensar en ti; estoy a oscuras, porque he venido a por mí.