sábado, 19 de enero de 2013

Sólo para tus ojos

Quiero hablarte de esta marisma que llevo dentro, con la que tantas veces no he sabido lidiar, y que otras me guía, cuando menos me lo espero.
El mundo, la vida, tú: demasiadas cosas fascinantes e indescifrables en mi camino, que me hacen entusiasmarme, impacientarme, e inquietarme.
El mundo me dice que lo explore, la vida me dice que me centre, que me adapte, y que te olvide. Y tus ojos me dicen que me quede, que te viva, que me pierda.
Mi escenario está lleno de voces, algunas propias, otras externas. Las mías sólo quieren que todo cobre sentido, que la vida me abra sus brazos, y me de el valor para saber armonizar el aire del que estoy hecha, con la tierra que se me abre. Que tú te quedes cerca, y me cojas la mano.
A las otras voces, no siempre las dejo que se acerquen. Porque mi maraña no encuentra sitio para ellas, tan ocupada castigándome por no haber aprendido a entenderla todavía.
Y entonces, llega el momento, sin darme cuenta. En que el tiempo se para, mis voces, y las otras, se acallan. Y vuelve el arrullo, la música, el viento. Mi corazón vuelve a latir tranquilo, mis manos se vuelven cálidas, y miro al horizonte, a mi vida, y a ti, con todo el brillo, la ilusión y la esencia. Que se deja. Que me alivia. Las voces se vuelven una caricia, y la marisma enredada, se peina.

Fuentes: Dios, Alma, y Mundo. 

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