lunes, 26 de diciembre de 2011

Pensar, Vivir, Soñar, Comprender, Compartir...

Pensar, Vivir, Soñar, Comprender, Compartir......Y seguir.


Pero ya no importa
que las balas me alcancen
ni que yo te lance claveles
que tú nunca vas a oler
y papeles
en los que nunca voy a escribir,
mientras me toquen
los dedos del viento.
Ahora me dedico a escucharle
-a través de tus ojos, tal vez-.
Pero morir llena, no vacía
Y yo voy sumando cadáveres
en esta dramática comedia
que alguna vez espero convertir
en arte y poesía.


Esto no es una elegía,
ni es un romance, ni un verso
Más bien una acción de gracias
Por darle a mis ansias
razón para un beso
Una modesta corona encontrada en la aurora.

Tú me recuerdas el mundo de un adolescente
Un seminiño asustado, mirando a la gente
Un ángel interrogado, un sueño acostado
La maldición, la blasfemia de un continente,
y un poco de muerte…
Y un poco de muerte.

La ley del Deseo

La ley del deseo

Ya lo dijo Kundera: Sólo tenemos una vida, ojalá pudiéramos vivir dos veces, o ver, desde una mirilla, qué habría pasado si, en vez de una decisión, hubiésemos optado por otra... El origen de la Tragedia.
...Que la primera vez marca el destino de las personas. O que es señal de lo que son. De lo que quieren. De lo que esperan. De sus desengaños e ingenuidades.
Pensar tanto no debe ser bueno. Pero no conozco otra forma de relacionarme con el mundo. Con la vida. La balsa de la medusa.


Premisas equivocadas.
Pruebas de casos.
Reducciones al absurdo.
Derivadas perdidas.
Secuentes inconclusos.
Lógica truncada, menor y desafinada...

Eros&Tánatos

A veces me gusta que Eros y Tánatos converjan. Que no todo sea luz y buenas palabras (…o apariencias).
No quiero lo que estoy esperando oír. Me gusta ver lo que sale de las entrañas de una persona, porque me parece lo más auténtico. Lo genuino, inefable y crudo.
Pero por eso, también, las mariposas ya no me llaman. Ya no bailan para ti. Ni te hablo de lo que me gusta de la luna, del caos, de los sutiles olores, ni de todo lo que nos queda por hacer.
A ti me une lo que nadie ve. Lo que nadie conoce de nosotros, porque es nuestro.
Pero ahora el encanto no existe. Ni tan siquiera duerme. Queda el Desencanto, y el deseo de la sangre. La vista nublada. Risas compartidas, y engaños fingidos, cómplices. Lo Vulgar.
Cambié el Verso, lo Sublime, por la Prosa vil de la vida (sucia eficacia...).
Porque aposté por el Abismo, ya no tengo Vértigo.
Libre de mostrarme, de la forma en que antes ansiaba.
Y ahora, desde el vacío, te miro. Y ya no duele.
Juntos, esperamos a Godot, entre suspiros.

Y no quiero saber nada de lo que te pasa. De lo que sufres. De lo que recuerdas. De tu vida antes de conocerme. Porque he aprendido las reglas del juego, y este es mi Último Tango en París.
Me has convertido en una autómata. En un Malentendido de Camus. Que no miente. Que no sufre. Pero, sobre todo, que no siente.
Ahora que te has ido, que volé (y volaste) lejos de mi nido, y sabes que no lo necesito, que aprendí a cuidarme mucho, ahora que conoces, que sabes de mi fuerza, no me sueltas.
Pero el autómata no olvida. Ni el existencialismo es un humanismo, ni París era una fiesta. Ni más ni menos de lo que ves (ni tan arrepentida, ni encantada…) y pongo mi alma al revés.
Pero mi esencia es la misma. Ávida de conocimiento y experiencia (sólo así, decía Cicerón, puede ser sabio el filósofo) Contemplando. Escuchando.
Pero desde las gradas, ese es tu legado. Y jugar a jugar. Y mirar sin ver. (Felices los que son felices...)
Porque esta vez, tu tiempo, tu tiempo, es el que se agota para hacer(m)e sentir.
Mientras yo lleno de tardes mi tranquilidad
para adornar mis pensamientos.
Y estoicamente sé
que puedo vivir así.
Sin Ulises en Ítaca
y sin alquimistas.
Sin altruismos enmascarados
ni regalos envenenados
...

Fuentes: Freud, Federico García Lorca, El último de la fila, Kierkegaard, Esperando a Godot, Ernest Hemingwa; Sartre, Uva de la vieja parra de el último de la fila

Anacrónica Madame Bovary

Dicen que todo sucede por alguna razón… El problema es saber cuál.
Mientras tanto, yo sigo sorprendiéndome a mí misma, abriendo nuevos horizontes… o eso me gustaría creer. Haciendo cosas impensables hace un tiempo. Abriéndome paso entre la maleza, que antes, simplemente, habría ignorado, porque me asustaba.
Por intentar conocerme, casi caigo al abismo, en un equilibrio inestable donde apenas me reconozco, donde me encuentro extraña (y ya decía Freud: que no somos dueños ni de nuestra propia casa…) pero en el que siento que debo estar, que es necesario para mí.
La curiosidad me puede, en todo lo que me queda por vivir.
No dejo de apostar, de abrir puertas que ni tan siquiera sabía que existían.
Otras veces, en cambio, siento que me protejo demasiado, en un caparazón pre-púber, para no hacerme daño. Pero intento, procuro, no hacerlo. Porque quiero que todo esto sirva de algo. Y no despertar una mañana sintiendo que realmente voy andando a tientas, en sinsentidos y malentendios de Camus, en oscuros túneles inventados por Ernesto Sábato, pintados por Juan Pablo Castel, y pensados por María Iribarne.
Sigo anclada en ideales anacrónicos, en pensamientos que no me conducen a ninguna parte, pero que son el único recordatorio de lo que un día fui. Pero sé que el hipnotismo es igual a desasosiego, y la esperanza igual a desengaño. (Y un año, igual a trescientos sesenta y cinco días de desengaños...)
Sólo queda, como diría Woody Allen en Desmontando a Harry, -en un lenguaje existencialista postmoderno-,
"Nihilismo
Cinismo
Sarcasmo
Y Orgasmo".

Porque la Emma Bovary de hoy, no se suicidaría con un triste matarratas.

Fuentes: Kierkegaard, Freud, El Túnel de Ernesto Sábato, Madame Bovary de Gustave Flaubert, Desmontando a Harry, y una época de búsqueda y camino a la perdición.

La Caminante y su Sombra

Desde que dejé de correr por las calles, de inventar mundos mejores, de imaginarte cuando aún no existías…
Desde que dejé las ganas que tenía de poder hacerme muy pequeña, casi invisible, y esconderme por las grietas de las paredes, para no tener que ir al colegio…
Desde que dejó de gustarme mirarme al espejo y en los ojos ajenos,
Desde que dejé de creerme que los míos reflejan mi alma, y que a través de ellos se puede ver todo lo que quisiera decir, pero no sé hacerlo.
Desde que dejé de encontrar el sentido en los libros antiguos, en el aire que me envuelve, en las canciones que me conmueven, en los cuadros que me inspiran y me transportan, en las palabras de un desconocido, en las miradas aún sin descifrar, en los enigmas sin resolver, en mi pobre Heráclito, que se atrevió a admitir que nunca conseguiremos salir del círculo: que la vida es aporía, aforismo. Y nadie le hizo caso, y encima le llamaron “el Oscuro”.
Desde que encontré la plenitud en todo eso, en eso que no te puedo explicar, porque me llega tanto por dentro, y nunca lo podrás entender, porque tendría que salir de mí para contártelo. La felicidad cuando caigo, cuando vuelvo a hacer como-si fuera niña otra vez, ganándome la confianza de los locos, subiéndome a las moreras, y observando la magia de todo lo que se ha movido siempre…
Pero nada ha sido nunca como yo hubiese querido. Jamás viví las historias que leía, que sentía, que escuchaba. Y ya no me hago pequeña e invisible, sino que todo se vuelve pequeño a mi alrededor. Mi ciudad no me cobija. Las grietas se han cerrado, no me dejan entrar, y ya no tengo sueños en los que el aire no me deja avanzar, o donde hay casas en medio de la carretera, que me transportan al infinito, y cuando despierto no lo puedo ni nombrar.
El mundo no me acompaña. Y no sé si fui yo quien abandonó todo eso, o si todo eso, un día, me abandonó a mí.
Observo mi mundo: hostil, sucio, oscuro, cerrado, vacío, incierto, decepcionante, desconfiado, insatisfecho, solitario: la caminante acompañada de su sombra.


Fuentes: Friedrich Nietzsche: El caminante y su sombra, mi imaginación y recuerdos de la infancia, los sueños que tenía de pequeña, en un baño de pesimismo

La Hormiga

Aun cuando todas las miradas del mundo… Pudieran escrutarme.
Tendría que encontrar la forma de decirte que lo sé. Entonces tendría que poder hacerlo, tendría que materializar lo informe.
Aristóteles debió hablar sólo de la potencia, de la semilla, del posible árbol de mil hojas y tres mil millones de frutos. Con toda la belleza, con toda la sabiduría, con la verdad intrínseca que se oculta porque no necesita mostrarse, gusta de ocultarse, y no se le pregunta.
Cómo describir lo que no tiene identidad ni nombre.
Lo que solo puede contemplar, admirar, sentir, simplemente sentir, tan dentro que no puedo, que no sé, y ahora profesora, y tal vez, lo siguiente, quién sabe. La buscadora de Ulises, perseguidora de Ítacas aún por inventar. ¿Toda una vida para encontrarme?
Imaginar una hormiga que preguntara por qué ser obrera, por qué reina, por qué guerrera, si acaso no podría recorrer todos los hormigueros, todos los árboles, de todo el universo.
A veces siento tanta nostalgia, me siento tan cerca y tan lejos de todo el mundo, tan lejos de mí, como si no me dejara acercarme.


Fuentes:  Aristóteles, Heráclito, Ángeles Costa, mi profesora de filosofía, Homero, y mi propia búsqueda.
Verano de 2011.