domingo, 13 de diciembre de 2020

Y eso fue lo que pasó

Quién me iba  a decir que leyendo Y eso fue lo que pasó he sentido en su totalidad lo que debí haber captado interpretando La más fuerte de Strindberg, un monólogo de veinte minutos que espera ser el final victorioso de una batalla vacía. Batalla que era el sentido de la vida de la protagonista, de las vidas de las mujeres: la batalla por el amor de un hombre. Yo no entendía a aquella mujer despechada que culpaba a otra mujer de su vida desgraciada. Pensé que era normal esa visión femenina distorsionada porque estaba construida desde la mirada de un dramaturgo que solo podía contemplar desde fuera. Pero Natalia Ginzburg te lo advierte en el prólogo: escribir no es el alivio que una espera por una vida vacía, consumida en una búsqueda y una desazón interminable, marcada por el deseo de ser querida por encima de todas las cosas y la competición desesperada por conseguirlo. Natalia escribe el final perfecto para La más fuerte.