lunes, 18 de marzo de 2013

Así sabemos ser

Me dicen que me ría, que no me cuide, que no me aburra, que no me canse... Que me acerque, que no tema, y desafíe, desde la confianza en la vida, desde la gratitud al mundo, desde la tragicomedia cervantina, que me persigue, y me pide que no me resista, que no me rebele, que la acepte con los brazos abiertos. Pero es tan fácil decirlo, cuando me falta la mano amiga, la química invertida, cuando ataca el silencio, que es peor que las palabras. Yo, que paso el tiempo viendo Gigantes donde sólo hay Molinos, y mi propio Sancho se esconde, mi propio escudo se escapa, y mi Dulcineo camina por donde cruza errante la sombra de Caín. Y no me quedará otra, que seguir siendo un fueguito, figurante, fulgurante, un candil permanentemente encendido con la fuerza del aceite de Rocinante.

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