Esta noche tus
manos se contonean alrededor de mis entrañas, las acarician, y a veces las
desgarran.
Quisiera que
fuera dulce, delicado, que adivinase cada movimiento que quisiera compartir, al
son que pugna por ser liberado, digno.
Pero sólo
siento que las mariposas se marean, chocan entre ellas, y quieren convertirse en capullo pronto. Antes de volver a sentirse gusano, mortal, moribundo insecto. Y
todo vuelva a empezar.
Eres como un
enigma, como un código, y a la vez, cercano. La hoja de morera, el árbol al que
me hubiera subido, donde me habría balanceado, tranquila, segura…
Pero ahora me
dueles, y sólo quiero esperar, sabiendo que el otoño
llegará, y que tú eres un árbol de hoja caduca.