martes, 26 de septiembre de 2017

El hombre había...

Desoído el arrullo del mar que, cercano, quería avisarle de la pronta tempestad que iría a acecharle.
Era un mar salvaje, del atlántico norte, entre Tarifa y el otro lado del estrecho. Allí el olor era distinto. Los atardeceres, de intensos colores; y no sabía bien lo que andaba buscando allí, perdido como estaba en medio de su propia vorágine.
Desde Francia todo se veía distinto; de allí venía y no quería volver. Marruecos le había hechizado sin atinar a entender por qué; sentía que era allí donde debía estar, embebido del néctar del té ardiendo, rodeado de abejas hambrientas, de las caras desconocidas pero amables, de la belleza extrema del crepúsculo y las mujeres que le miraban con timidez.
Y allí, escribiendo, pensando, tan cercano a la orilla, no se percató de aquella ola que de repente le trajo de vuelta a la vida.


Ejercicio para Fulgencio Moreno Lax, escritura en 5 minutos. 26 de septiembre de 2017.