martes, 7 de mayo de 2013

Camina Conmigo

Si quieres, puedes caminar conmigo,  te invito a dar un paseo fugaz, de las nubes violetas hasta las estrellas, cuando se van. Desde el comienzo del día, justo antes del amanecer, cuando Beethoven huía de casa y se tumbaba boca arriba en el bosque, junto al arrullo del río, a mirar el manto estrellado en verano. Donde nació el himno de la alegría. Cerraba los ojos y aún podía escuchar el canto de la noche, de aquellas noches, cuando ya no podía oír a nadie.
Desde que llegamos hasta el momento en que nos paramos acontemplar el metatiempo, el metalenguaje, la geopoesía que te perdiste cuando tú tampoco escuchabas.
¿Que no te acuerdas? Claro que sí, sólo tienes que cerrar los ojos, como hacía él. Antes de que la tierra fuese tierra, y el agua fuese mar. Antes de que a nadie se le ocurriese llamar Precámbrico a la edad sin nombre, al principio, antes de los glaciares, las heladas y de las orogenias. Al principio de todo, ese que dicen que fue el verbo.

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