lunes, 8 de febrero de 2016

Lo que construímos

Y poco a poco, mientras te escucho, voy sintiendo cómo mi garganta se va hinchando; y una punzada me recorre, porque la suavidad de ésta, tu voz, me transporta al perdón, a la dulzura que aparenta ser fácil de entregar; tu canción me acaricia, y me vienen los recuerdos, pero ninguno en concreto; nadie en quien pensar con especial pena ni vanagloria. Y entonces pienso en ti, mi presente; y mi niña pequeña querría poder agarrarte sin que nadie la vea; como si fueses un juguete robado, el más preciado; y quisiera que nadie más, nisiquiera tú, viese cuánto querría ser tu amanecer, tu mediodía, y tu anochecer.