lunes, 26 de diciembre de 2011

La Caminante y su Sombra

Desde que dejé de correr por las calles, de inventar mundos mejores, de imaginarte cuando aún no existías…
Desde que dejé las ganas que tenía de poder hacerme muy pequeña, casi invisible, y esconderme por las grietas de las paredes, para no tener que ir al colegio…
Desde que dejó de gustarme mirarme al espejo y en los ojos ajenos,
Desde que dejé de creerme que los míos reflejan mi alma, y que a través de ellos se puede ver todo lo que quisiera decir, pero no sé hacerlo.
Desde que dejé de encontrar el sentido en los libros antiguos, en el aire que me envuelve, en las canciones que me conmueven, en los cuadros que me inspiran y me transportan, en las palabras de un desconocido, en las miradas aún sin descifrar, en los enigmas sin resolver, en mi pobre Heráclito, que se atrevió a admitir que nunca conseguiremos salir del círculo: que la vida es aporía, aforismo. Y nadie le hizo caso, y encima le llamaron “el Oscuro”.
Desde que encontré la plenitud en todo eso, en eso que no te puedo explicar, porque me llega tanto por dentro, y nunca lo podrás entender, porque tendría que salir de mí para contártelo. La felicidad cuando caigo, cuando vuelvo a hacer como-si fuera niña otra vez, ganándome la confianza de los locos, subiéndome a las moreras, y observando la magia de todo lo que se ha movido siempre…
Pero nada ha sido nunca como yo hubiese querido. Jamás viví las historias que leía, que sentía, que escuchaba. Y ya no me hago pequeña e invisible, sino que todo se vuelve pequeño a mi alrededor. Mi ciudad no me cobija. Las grietas se han cerrado, no me dejan entrar, y ya no tengo sueños en los que el aire no me deja avanzar, o donde hay casas en medio de la carretera, que me transportan al infinito, y cuando despierto no lo puedo ni nombrar.
El mundo no me acompaña. Y no sé si fui yo quien abandonó todo eso, o si todo eso, un día, me abandonó a mí.
Observo mi mundo: hostil, sucio, oscuro, cerrado, vacío, incierto, decepcionante, desconfiado, insatisfecho, solitario: la caminante acompañada de su sombra.


Fuentes: Friedrich Nietzsche: El caminante y su sombra, mi imaginación y recuerdos de la infancia, los sueños que tenía de pequeña, en un baño de pesimismo

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