viernes, 28 de diciembre de 2012

Ojos de Clavo

Tú, que ya no recuerdas cuando te sentías como un Vincent Maloy, aunque en otros años, y algo huraño. Cuando mi pelo era más largo de lo que puedo recordar, mis esperanzas jóvenes, y las tristezas vacías. Cuando sólo me invadía la melancolía y podíamos compartirla, desde mundos separados, opuestos y lejanos.
Días en que yo intentaba analizar desde el intelecto (maldita filosofía) las crecaciones artísticas, y tú te empeñabas en emocionarte con Eduardo Manostijeras. No entendías que yo te hablase inspirada por bandas sonoras, ni yo que tú "salieras a hacer fotos", y que no soportaras la gente.
"Probablemente he hablado más contigo que con nadie, en meses" me decías desde tu mundo, y el mío se me caía encima. Tú que me enseñaste a creer en César Vallejo, en los cementerios, en la soledad compartida, en la belleza de la tristeza, en los hombres grises sin ambiciones, con infusiones de cardamomo, en Bukowski, en flores rotas, en Lost in Translation, y en Virginia Woolf .



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