jueves, 9 de abril de 2015

Mi carta de Lord Chandos

A lo mejor soy capaz de decir todo lo que no sé expresar, en esta pantalla blanca y vacía.
A lo mejor puedo explicar con perceptos y afectos, los conceptos que no consigo que florezcan como mariposas mustias en este bosque inhóspito, donde voy huyendo de la lluvia que me empapa con interrogaciones, y con la nostalgia de un cuento colorido donde sí aparezcan rosales  y relojes.
Pero, donde habito, a veces, todo es gris, y yo me esfuerzo por ver salir al sol, por encontrar el musgo y el líquen, pero no me dejas. Y puedo comunicarme con todos, menos contigo, que te me escurres como la ceniza de un incendio cuya última chispa contemplo apagarse, porque no quieres creer que también hay fuego en ti, para ti; y prefieres recordar el ardor que en otro tiempo te impulsó. Y no me voy a quedar a mirar la última fogata. Pero me gustaría tanto verte florecer, ser partícipe de la armonía preestablecida en la que dejaste de creer, que voy a quedarme cerca, arropada por mi propio verano, haciendo crecer mi propia raíz, esa que me ayudas a ir nutriendo, por si algún día decides que prefieres arder la vida, salir de la tumba, y soplarla conmigo.


"Mi caso es, en dos palabras, el siguiente: he perdido completamente la facultad de pensar o hablar con coherencia sobre cualquier cosa. Al principio, se me fue volviendo imposible discutir sobre un tema elevado o general y pronunciar aquellas palabras tan fáciles de usar que cualquier hombre puede servirse de ellas sin esfuerzo. Sentía un malestar inexplicable sólo con pronunciar 'espíritu', 'alma' o 'cuerpo'. Encontraba imposible dar un juicio en mi interior acerca de los asuntos de la corte, los sucesos del parlamento o lo que queráis, porque las palabras abstractas que usa la lengua de modo natural para sacar a la luz cualquier tipo de juicio se me deshacían en la boca como hongos podridos. Esta infección se fue expandiendo paso a paso como una herrumbre que devora todo lo que queda a su alcance. Todo se fraccionaba, y cada parte se dividía a su vez en más partes, y nada se dejaba sujetar ya por un concepto.  Por el contrario, se me presentaban con mayor fuerza cualquier criatura, un perro, una rata, un escarabajo, un manzano atrofiado, unas roderas serpenteando sobre la colina, una piedra cubierta de musgo"
 Hugo von Hofmannsthal.

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