viernes, 29 de agosto de 2014

No hay otros mundos, pero sí hay otros ojos




  He aprendido la magia en otro estadio, en otra   dimensión. He aprendido a compartir sin estar cerca, compartir el amor por las sagradas formas de expresión, por mi propia opinión, por mi pasión compartida.
Otras formas de ser feliz, mucho más importantes, mucho más necesarias. Eso que llevo tanto tiempo teniendo que aprender. Y que me produce la sensación de estar siendo partícipe de algo bello, de algo hermoso.
Esa luz traspasó mis retinas, y primero me dolió, porque sabía que era inmensa, que no podría poseerla, sólo observarla, y me vino el antiguo dolor que tanto he conocido. Pero, después, conseguí asimilarla como propia. Al principio no sin tristeza, no sin la amargura de tener que dejar que se fuera. Pero no quise, no dejé que ese dolor se me agarrase por dentro, ya no.
Esa luz ahora está cosida a mis retinas, se están asimilando, reconociendo, porque siempre la he usado para alumbrar fuera de mí. Nunca para mí.
Y todo apunta a hacerme ver que no podía seguir estando tuerta. Existe vida bajo las cosas. Y una fuerza increíblemente benévola que me hace comprender que no hay razón para tener miedo, jamás.  Decido decir sí a la vida, sí a mi voluntad. Decido ser mi mejor versión en todos los mundos posibles. Ya me he quedado con la esencia, ya he robado el entusiasmo, ya baila en mí un Dios.
(Abril 2013)

No hay comentarios:

Publicar un comentario