jueves, 3 de julio de 2014

La Parte Maldita

Últimamente mis días son de papel, de papel liso, blanco y pulcro. Ordenados, limpios... y mi parte maldita me susurra: ¡aburridos! ¡vacíos!. Y puede que sea así, qué le voy a hacer, tendré que acostumbrarme a esta parte mía, reírme de mi escasa tolerancia a la frustración, asumir que últimamente estoy como el chiste del camión: Un transeúnte haciendo autostop, finalmente es acogido por un camionero. El autostopista se pone nervioso porque no sabe de qué hablar... y piensa: "No le puedo hablar de política... porque si le digo que soy de Podemos, y él del Pp, me va a echar...Y si le digo que el fútbol no me gusta y él es fanático... igual..." Así que el autostopista, sin saber cómo ni de qué entablar conversación, finalmente, dice: "Pues sí...". Y el camionero, con los ojos inyectados en sangre, le contesta: Pues no... ¡¡Y te bajas del camión!! (Por supuesto, yo soy el camionero...)
Así que, el humor es lo que me queda: reírme de mí. Y como decía, -vuelvo a ponerme seria...- mis días son como papel que voy pintando, de un azul sereno, que a veces mancho con lágrimas, es cierto, pero a veces también me falla el pulso con la risa, y otras me pierdo cuando sueño. No tengo mucha fe últimamente, no siento que todo vaya a ir mejor, y también sé que eso no me beneficia. Voy dando pasitos pequeñitos, y finalmente encuentro tranquilidad y sosiego leyendo un buen libro, ese que me regaló Jarauta, y sí, lo digo a propósito, para que se sepa: me lo regaló el gran Jarauta, y me está gustando mucho. Disfruto de buenas conversaciones con buenos amigos, que me apuntan con linternas para que no me apague, y me arropan para que no pase frío. Me sigo riendo con mi padre. Me sigue dando miedo perderlo. Todos los días le admiro, todos los días me da motivos para quererlo un poco más. Si un día estoy insoportable, en lugar de ofenderse, me dice: ¿Qué te ha pasado ya? y lo peor, es que siempre acierta. Y me desarma. No tengo trabajo propiamente dicho, pero disfruto pudiendo hablar de filosofía un par de horas todos los días a un alumno al que le toca hincar codos en verano. Me miro al espejo y me gusto, aunque mi cara esté triste, y tenga los ojos enrojecidos y mohínos.
Me sigo frustrando, todos los días me cuesta un poco dar el paso, ser positiva, tener esa fe de la que todo el mundo me habla. Pero lo intento, sonrío y me reconcilio con mi parte maldita, la que me hace repetir pautas, andar tan a tientas con todo e indignarme con cualquier cosa. Y quiero usar esa parte para crecerme cada día, que, oye, estoy bastante bien, nada que envidiarme tiene, si es que existe, la Mujer Justa...

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